Cada vez cuesta más tener algo que decir, al menos que sea interesante, ni para mi parece serlo.
Periodos de desinspiración de la que se oculta intermitentemente por largos espacios temporales, espirales infinitas de espera y búsqueda. Quizás los ojos se han empañado de tantas lágrimas que no veo, a lo mejor es que andé por largos desiertos que las tormentas de arena se levantarón y obstruyeron la mirada, demasiado sol ha secado su caudal o demasiada agua salada de tormenta y niebla impiden ver más allá.
El pasado disipado se llevó con él la rapidez mental, el ajetreo, la introspección, lo cuestionable, la angustia del por qué y las respuesta posibles para resolver un enigma. La vida sigue su ritmo, los días me llevan hacia delante pero no queda nada más que me inquiete como antes. Volver a los recuerdos es ver una película ajena y desconocida, es el haber aprendido tanto de tan poco lo vivido que quisiera volverme a montar en la montaña rusa una vez más. Nada me aturde, nada me extraña, no me sorprende porque el mundo todo lo exalta y a nada le da importancia, somos noticias del momento, historias comerciales y sociales, yo no quiero eso.
Intentando encontrar la inspiración e intentando determinar donde la he perdido o quien me la a robado apagando la turbina submarina de mi nave, he de subir a la superficie, respirar. En el horizonte nada veo, frente a mi un manto blanco sin montañas, ni cielos, ni caminos, tendré que elegir mi paleta de color para mañana y empezar a resolver mi propio enigma, mi propia existencia.
Paisajes nuevos, caminos por definir, eso es todo cuando apuestas por existir.
Periodos de desinspiración de la que se oculta intermitentemente por largos espacios temporales, espirales infinitas de espera y búsqueda. Quizás los ojos se han empañado de tantas lágrimas que no veo, a lo mejor es que andé por largos desiertos que las tormentas de arena se levantarón y obstruyeron la mirada, demasiado sol ha secado su caudal o demasiada agua salada de tormenta y niebla impiden ver más allá.
El pasado disipado se llevó con él la rapidez mental, el ajetreo, la introspección, lo cuestionable, la angustia del por qué y las respuesta posibles para resolver un enigma. La vida sigue su ritmo, los días me llevan hacia delante pero no queda nada más que me inquiete como antes. Volver a los recuerdos es ver una película ajena y desconocida, es el haber aprendido tanto de tan poco lo vivido que quisiera volverme a montar en la montaña rusa una vez más. Nada me aturde, nada me extraña, no me sorprende porque el mundo todo lo exalta y a nada le da importancia, somos noticias del momento, historias comerciales y sociales, yo no quiero eso.
Intentando encontrar la inspiración e intentando determinar donde la he perdido o quien me la a robado apagando la turbina submarina de mi nave, he de subir a la superficie, respirar. En el horizonte nada veo, frente a mi un manto blanco sin montañas, ni cielos, ni caminos, tendré que elegir mi paleta de color para mañana y empezar a resolver mi propio enigma, mi propia existencia.
Paisajes nuevos, caminos por definir, eso es todo cuando apuestas por existir.
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