A ratos indefinidos estar en la paz absoluta bajo un suelo de espejo arena fina, eso persigo. Con la mirada perdida y fija sobre un horizonte azul difuminado donde existe un espacio bellamente desolado. Con eso sueño, ese es el canto. Atorado entre los ladrillos de mi falsa libertad despego los pies del suelo, con todo lo que puedo desear, estrangulo mi tiempo de vida y asfixio mi abanico de posibilidades carbonizado por el paso del tiempo que se esfuma entre recuerdos de lo que pudo ser posible ya de hoja caduca. Sin animo de continuar en el charco y sin posibilidad de abandonarlo sin antes abandonar mis ropas y enseres-seres del viaje.
El aire viciado en diagonal golpea en la nuca a traición. Tienen razón los que dicen cierra la puerta a los que entran ¿Y qué hacer con los que se quedan dentro y quiero que salgan?
No quiero vacaciones, sólo quiero ser mi propio señor del tiempo. Dijo aquel nómada en aquella celda acolchada en el cielo de barrotes de humo y densidad.
El aire viciado en diagonal golpea en la nuca a traición. Tienen razón los que dicen cierra la puerta a los que entran ¿Y qué hacer con los que se quedan dentro y quiero que salgan?
No quiero vacaciones, sólo quiero ser mi propio señor del tiempo. Dijo aquel nómada en aquella celda acolchada en el cielo de barrotes de humo y densidad.
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