El mundo pasa tan deprisa, tanto, tanto, que apenas veo el movimiento... los ríos fluyen mientras se van secando, la vida pasa mientras se deteriora en su sigiloso desgaste. A fin de cuentas eso es vivir. La vida opina más que nuestras elecciones, por eso nos vemos en puntos de no retorno o de incesante retorno por más que nos propongamos lo contrario.
La vaga sensación de que la velocidad de las vidas ajenas corre, crece y se enriquece a la velocidad adecuada es una certeza para los que la miramos desde fuera. Que dormimos la siesta entre música extrañamente reconfortante con el pensamiento de que nuestra barca no puede remar sobre tierra demasiados kilómetros a la deriva, para llegar a una ciénaga estancada, de donde no llegamos a salir nunca. Hay cosas que nunca cambian en esencia, excepto si te empujan cuando estas despistado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario