El relato más sincero suele salir de la tinta que derramo desde mi cerebro al corazón, transportada por mis venas hasta la punta de mis dedos, donde finalmente explota su máxima expresión y dibuja mi sentimiento.
Por eso escribo esto sobre papel de forma continua con una letra deformada con palabra improvisada, que difícilmente seré capaz de reconocer cuando esto acabe. Y Yo ¿Me reconoceré al final de este texto? No lo sé.
No sé si a veces tenemos miedo de encontrarnos y no reconocernos. Quizás sea mayor el temor de saber que nos conocemos demasiado bien, y no haya mucho más que decir con solo una mirada, donde puedes leer todo lo que nunca se dice. Sin hablar, sin sonido puedes oírme.
Si, si te hablo a ti, mi querido “otro yo” oculto entre estas líneas te conozco bien, te buscas buscándome, merodeándome en silencio. No quisiera encontrarte sin antes plantear un consenso para nivelar fuerzas, equilibrar las tempestades que son mis ideas no mentales son razón “irra-zonables”
Recuerdo como tu fuerza y tu ímpetu me elevaban. Me quemas por dentro intentando escapar, gritando desorientado afirmando discursos muy argumentados para autoconvencerte de que todo está ocupando su lugar. Discursos vacios de significado para los dos. Luchas contra mí que eres tú. Luchas contra ti que eres yo.
No puedo dejarte ir, no puedo. No quiero abandonarme, olvidarme evaporarme. No quiero echarme de menos. Me gusta el desparpajo con el que desenvuelves, tu cara dura, tu obcecación y firmeza lógica, tu fiereza ilógica. Tu optimismo desbordante e idealizado con solución práctica exitosa, y todo lo demás.
Reconócete. Eres de verdad. Reconoce esa parte y lugar al que perteneces de verdad. Sin posesión. Porque la soledad que oscila en tu interior por la que andas buscándome es solo el vacio causado por ese escapismo sin sentido al que te aferras mi “otro yo”.
Si te reconoces en este texto debes comprender que debes volver para colocar cada cosa desubicada en su lugar, el que merecidamente le corresponde. Vuelve para darle vida a la luz que desprenden estas estrellas de las noches de agosto, para dejar de ser esos polos opuestos que nunca se tocan. El universo es curvo y al final han de tocarse. Evita estar abajo en ninguna parte ni arriba donde el oxigeno se va agotando en el ascenso y las caídas te destrozan.
Por eso escribo esto sobre papel de forma continua con una letra deformada con palabra improvisada, que difícilmente seré capaz de reconocer cuando esto acabe. Y Yo ¿Me reconoceré al final de este texto? No lo sé.
No sé si a veces tenemos miedo de encontrarnos y no reconocernos. Quizás sea mayor el temor de saber que nos conocemos demasiado bien, y no haya mucho más que decir con solo una mirada, donde puedes leer todo lo que nunca se dice. Sin hablar, sin sonido puedes oírme.
Si, si te hablo a ti, mi querido “otro yo” oculto entre estas líneas te conozco bien, te buscas buscándome, merodeándome en silencio. No quisiera encontrarte sin antes plantear un consenso para nivelar fuerzas, equilibrar las tempestades que son mis ideas no mentales son razón “irra-zonables”
Recuerdo como tu fuerza y tu ímpetu me elevaban. Me quemas por dentro intentando escapar, gritando desorientado afirmando discursos muy argumentados para autoconvencerte de que todo está ocupando su lugar. Discursos vacios de significado para los dos. Luchas contra mí que eres tú. Luchas contra ti que eres yo.
No puedo dejarte ir, no puedo. No quiero abandonarme, olvidarme evaporarme. No quiero echarme de menos. Me gusta el desparpajo con el que desenvuelves, tu cara dura, tu obcecación y firmeza lógica, tu fiereza ilógica. Tu optimismo desbordante e idealizado con solución práctica exitosa, y todo lo demás.
Reconócete. Eres de verdad. Reconoce esa parte y lugar al que perteneces de verdad. Sin posesión. Porque la soledad que oscila en tu interior por la que andas buscándome es solo el vacio causado por ese escapismo sin sentido al que te aferras mi “otro yo”.
Si te reconoces en este texto debes comprender que debes volver para colocar cada cosa desubicada en su lugar, el que merecidamente le corresponde. Vuelve para darle vida a la luz que desprenden estas estrellas de las noches de agosto, para dejar de ser esos polos opuestos que nunca se tocan. El universo es curvo y al final han de tocarse. Evita estar abajo en ninguna parte ni arriba donde el oxigeno se va agotando en el ascenso y las caídas te destrozan.
Equilibrándonos.
Al centro y pa’dentro. Fusión de caracteres impermeables.
Estas aquí!
Me he encontrado.Yo soy la clave.
3 comentarios:
Guau! Que trepidante estuvo esto!
Me encantó, y eso va para las dos :P
Abrazo!
jajajaja!! Gracias.
Hay que ser buena persona, pero no tonta. Y hay que tener desparpajo y picardia, pero sin llegar a ser egocentrico y despota...haciendo y diciendo cosas que hieren a la gente.
un abrazo! ^^
Hey yo también tengo de esas instrospecciones...me da gusto saber que no soy la única.
Saludos
Publicar un comentario