Días espesos.

las nubes espesas como seres vivientes con largas piernas, de zapatillas de piedra y raíces como cordoneras enredadas y eternas, llevaban a sus hombros el sabor de sinsabores, de miles de suspiros vacíos. No había nadie en la inmensidad del horizonte, solo espuma gris bajo un cielo gris del pálido color del polvo y la ceniza...Los restos de la hoguera donde se quemaron todos los objetos y recuerdos. Eso me recuerda que;
- ¡Con razón!, Si decían que el 90% del polvo y la suciedad de los suelos y muebles del hogar, es la piel muerta que se nos cae. Todo tiene su lógica, al fin y al cabo!-

La piel muerta con los restos de un pasado que ya nada tiene que ver con lo de hoy. El polvo barrido por la escoba del viento, que lo esparce en otros montes y otros riscos. Menos mal que llueve de vez en cuando y los sedimentos y cenizas se cuelan bajo las piedras, en el fondo de la tierra, entre sus grietas castigadas por el sol.

EL frescor lo purifica todo, y todo parece nuevo, tierra nueva, aire nuevo... Qué poco dura!
Entre tanto parece que te silban a lo lejos, que te tocan el hombro izquierdo y cuando giras en esa dirección no hay nadie, y es que han salido corriendo, por el derecho... lo sé por que oí los pasos en los chasquidos de los charcos, esos que aun contiene el agua caída de aquellos días.