No hace mucho vi por unos caminos un enjambre de caracoles. Andaban todos por entre las hierbas finas, las ramas frágiles y para ellos el terreno no es un obstáculo, porque al fin y al cabo su cuerpo les permite amoldarse a todo con rapidez... lo importante es avanzar y no quedarse por miedos, temblando en el mismo sitio...
Son tan sensibles como considerados, ya que no rompen nada, en la espiga de tallo más fino pueden vivir y bailar al viento sin quebrarla. Quedando casi como un todo.Un mismo bloque con el mismo eje.
Y ahí que iban todos muy contentos... en cierto modo dan algo de envidia por que se lo han montado bastante bien estos bichejos, son nómadas puros, con su caparazón tienen de sobra, no están atados a cimientos...
- porque no saben hablar, pero si no ya hubiesen pedido los derechos de la caravana cuando se inventó-
Y sólo salen cuando refresca, para no pasar torturas calurosas, que no merece la pena aguantar y que son dañinas y una perdida de energía... ( trances innecesarios, ya se sabe. Que no van a ningún sitio) ...Que espabilaos que son, saben más que muchos humanos. Y son un manjar para algunos... que sin ellos el arroz no seria lo mismo, ni las salsas tampoco.
En definitiva, viven adaptados y adaptándose al medio en el que tienen que desenvolverse continuamente, supervisando el terreno en el que han de batirse, desde las alturas, a vista de pájaro, a vista de perro, arriba el periscopio si hace falta, como los submarinos.
Todo lento, despacio.Disfrutando cada paso de cada segundo que se vive.
No recomendado para menores de 18años...
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