Al pensar que nunca encuentras las palabras exactas, para decir lo que sientes, en ocasiones puede ser un aviso de que las palabras se han transformado en un recurso agotado.Posiblemente sean un escudo protector para no tomar acciones drásticas y actuar firmemente y con sinceridad en concordancia de lo que sientes y piensas...
Quizás ya no hacen falta palabras, porque no son suficientes para decir lo que dicen los sentidos.
Huyes por miedo a admitir que alguna vez fue... y no te das cuenta orgullo de ciego, que el castillo de naipes del que tu eres el centro se derrumba frágil cuando el sueño deja de ser, para ser afrontado.Cobarde te consumes de pensar que lo perdiste...
Que la fe en uno mismo es más dura que creer en mi.. o quizás en él, ellos, nosotros.. ( que sabré yo).
Mas fácil sería creer en la intuición , en los impulsos y en la capacidad de reacción.Más lógico es sabiendo que alguna vez nos ahogamos pensando y penando, durante horas... Tardes, mañanas y noches eternas al hilo de la música suave.. recordando todo lo que fuimos y no seremos, y que ahora querríamos ser o quisimos llegar a ser...
Que difícil es creer en nada, cuando se trata de algo que nunca podríamos definir con cereza, si tuvo alguna vez un principio o si alguna vez llegó al final...Sensaciones de la vida que todos querríamos vivir al menos una vez...Que sobrepasan lo inexplicable, que no hay cables que gobiernen, que no hay mecanismos que dirijan, que no hay nada que lo impida... y sin embargo cortas las alas y vives en tres palmos de suelo.
Y será que esta vida no hay quien pueda definiría, pero ahí vamos intentando vivirla.. no intentamos descifrarla, ni mucho menos, quien podría entenderla... si ni siquiera somos capaces de entendernos a nosotros mimos y actuar en consecuencia...
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